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Descartan un Plan Austral o de Convertibilidad en Argentina

En las últimas horas los rumores sobre un ajuste importante en la economía nacional despertó los fantasmas del pasado en torno a las radicales medidas.

03 de agosto, 2021 - 11:20

Argentina no estaría en condiciones de precisar la instrumentación de un método tan radical como lo fue en el pasado su famoso Plan Austral o el Plan de Convertibilidad que puso al peso en paridad con la moneda de referencia que es el dólar, del cual se aleja cada vez más por la alta inflación que experimenta.

Así lo manifestó el economista mendocino José Vargas, titular de la Consultora Evaluecon, ante los trascendidos que a nivel nacional vienen recordando los fantasmas de un pasado muy duro en términos económicos para el país gobernado por el presidente Alberto Fernández.

 

 

“Con respecto a que si Argentina está en condiciones de implementar un Plan Austral o un Plan de Convertibilidad como se ha escuchado en los últimos días considero que es bastante difícil, por no decir imposible. Primero porque no estamos ni en la situación de 1985 antes de lo que fue el Plan Austral ni estamos en una situación similar entre los años 1989 y 1991, previo al Plan de Convertibilidad. Como tampoco estamos, como se comenta en algunos medios, ante un posible Rodrigazo, como lo fue en su momento con el ministro Celestino Rodrigo”, analizó.

 

 

Según Vargas, “no están dadas las condiciones. Primero y principal, mas allá de que el Presidente de la Nación dijo durante la mañana del lunes que tenían un plan de salida para la situación que está viviendo la Argentina”. 

Para el analista, “está claro que un Plan Económico no hay, y eso se nota. Lamentablemente el Gobierno Nacional tiene medidas económicas específicas y puntuales pero no tiene un programa o un plan como se lo llama habitualmente metodológicamente en economía”. 

 

 

“No están dadas las condiciones para un Plan Austral porque no estamos en la misma situación y tampoco hoy la economía soportaría un cambio de moneda. Esto sería reconocer la crisis y quizá la profundice como ocurrió en 1985. Y después, una convertibilidad como la fue en el año 1991 a través de una ley podría devolverle confianza al peso atándolo al dólar, que es la moneda de referencia aunque no tenemos los niveles de inflación de esa época. Ni tampoco el descreimiento político que existía en esos tiempos cuando cayó lamentablemente el gobierno de Alfonsín y llegó el primer gobierno de Carlos Menem”, repasó.

Y agregó: “Por es que digo que no están dadas las condiciones y por otro lado la Argentina hoy viene de una buena época de exportaciones en la primera parte del año y los términos de intercambio en nuestro país están muy elevados de los productos que habitualmente exportamos, como soja, trigo, maíz, carne, productos agropecuarios o productos de las economías regionales, entre otros. Esto nos permitió un ingreso genuino, sumamente importante de divisas en la primera parte del año y que le da la posibilidad al Banco Central cualquier minicorrida cambiaria, por lo menos hasta los próximos 12 meses. Eso es lo que le da tranquilidad al Gobierno”.

 

 

Vargas reconoció que “lamentablemente Argentina no tiene el plan económico que necesita y que sea sostenible en el tiempo. Es decir, primero y principal, que fije las bases de hacia dónde quiere ir el país, de lograr un crecimiento de un 2 o un 3 por ciento anual sostenido en el tiempo. No tener un crecimiento del 10, después del 10, después del 2, después del menos 5, después del menos 10, más allá de lo que ocurra con la pandemia”. 

Además confirmó que “el país necesita un programa de estabilización para detener y atacar las causas de la inflación. Argentina no puede tener niveles de inflación todos los años de un 50 por ciento porque ante eso no hay plan económico que aguante. Y por el otro lado, después de muchos años de desajuste en materia económica, un plan económico tiene que buscar y sentar las bases para el ajuste. Porque en algún momento al ajuste se deberá hacerlo y mientras mas se aplace en el tiempo será peor”.

 

 

“Hay que ajustar a las cuentas públicas, es decir al déficit fiscal hay que acomodarlo. Hay que disminuir el gasto público. Hay que generar un sistema tributario que sea claro, concreto, sostenido y adecuado a las circunstancias que se están viviendo. La presión tributaria en Argentina es sumamente elevada y eso implica que no podemos incentivar los niveles de inversión. Tampoco los niveles de producción”, enumeró.

En tanto, insistió, en que “hay que disminuir considerablemente el gasto público y los niveles de inflación. Hay que incentivar el comercio internacional. Para que el ingreso de dólares genuinos sea sostenido en el tiempo y no depender permanentemente de la soja. También hay que ir ordenando, dentro de lo que se conocen como las cuentas públicas, los subsidios. Dentro del país subsidiamos absolutamente todo y eso es malo. Porque cada vez que se mueve un subsidio se desbalancea absolutamente todo”.

“Con solo mirar lo que ocurre con las tarifas de servicios público uno se da cuenta. Y después hay que lograr un equilibrio federal con todas las provincias argentinas en lo que tiene que ver con el nivel de gastos, el nivel de ingresos, con el nivel de tributación y con el nivel de endeudamiento”, remarcó.

 

 

Para el profesional mendocino, “un programa económico debería mínimamente tener esa serie de variables para poder generar en un primer momento confianza y credibilidad. Ningún plan económico si no genera confianza no funciona en la práctica por más que el ministro de Economía sea una persona sumamente capacitada para el cargo. Esto nos ha ocurrido en la Argentina muchas veces”. 

“Con lo cual considero que no están dadas las condiciones ni para un Plan Austral ni para un Plan de Convertibilidad. Ni tampoco están dadas las condiciones para que a fin de año tengamos un Rodrigazo. Es cierto que hay un poquito de casa cosa. Hay un poquito del ´91, un poquito del ´89, un poquito del ´82, un poquito de lo que ocurría en el ´85 con la imposición del Plan Austral con el ministro Juan Vital Sourrouille (foto). Hay un poco de cada cosa pero está claro que ningún gobierno quiere tomar las riendas e implementar un plan económico. Cada uno intenta, en lo posible, de aplicar políticas económicas para 3 o, como mucho, 4 años”, amplió. 

 

 

En ese sentido se mostró preocupado en que “nadie piensa a 10 años y ese es nuestro problema. Y eso nos disocia de un mundo que suele pensar en el mediano plazo. Por eso es que países de la región como Chile, Uruguay, Brasil, Bolivia o Paraguay piensan en el mediano plazo y lamentablemente en ese sentido es que Argentina va un poco más retrasada. Pero no considero que el plan de salida del que habla el Gobierno sea un similar al Plan Austral o el de Convertibilidad. Probablemente está en sintonía con lo que viene el Presidente y que está orientado al incentivo al consumo, a lo mejor algo más de subsidios, emisión monetaria para solventar al Tesoro, para generar también políticas sociales y aplazar los pagos con los organismos internacionales de créditos. El tema es si esto alcanza o no. Yo creo que no, por lo que creo que algún miniajuste habrá a fin de año”.