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Vuelven las odiadas retenciones

El gobierno echa mano a una política fiscal que va en contra de sus propios proyectos. Las retenciones más altas siguen siendo las de la soja

Por Redacción

03 de septiembre, 2018 - 09:45

De la mano de los desequilibrios de los últimos días, las autoridades de Economía vuelven a la carga con una política que contradice sus anteriores posturas, incluso echa por tierra la declamada intención de reducir la carga fiscal. El anuncio de volver a instalar retenciones, y en este caso a diversos sectores, incluso la industria, ya ha puesto en pie de guerra a encumbrados dirigentes del agro, y no sería extraño que referentes de otras áreas tomen el mismo camino.

Si bien los anuncios se conocerían con precisión en el transcurso de esta mañana de lunes, luego del mensaje presidencial, en voz del propio ministro Nicolás Dujovne, ya han trascendido los sectores afectados y las magnitudes en cada uno de los casos. En el rubro agropecuario, trigo, maíz y cebada en sus embarques al exterior pasarían a tributar un 5%, carga de la que estaban exentas hasta el momento. Por el lado de la soja, principal componente de las exportaciones argentinas, se mantiene el 25,5% para el poroto, pero se aplicaría la misma alícuota para sus productos industrializados, el aceite y la harina, que hasta ahora tenía una mucho más baja. Solamente por estos rubros, se especula que la apuesta del gobierno es recaudar unos 1500 millones de dólares.

Pero parte de las novedades van por el lado de la controvertida minería, un pingüe negocio para las empresas del rubro, que tributan muy poco, exportan por declaración jurada y de acuerdo a los puertos que usan tienen reintegros que superan a las retenciones. La magnitud de la carga fiscal está estimada entre el 5 y el 10%, pero más polémico aún resulta el mismo índice aplicado a los productos industriales, que formaría parte del anuncio y promete generar reacciones.

En fuentes del gobierno explican que la amplitud de los sectores alcanzados se debe a la necesidad de repartir los esfuerzos en forma más pareja, aunque esto vaya en contra de lo prometido en la ley de reforma impositiva, que proponía bajar la presión fiscal, una de las más altas del mundo. Las urgencias de caja y la necesidad imperiosa de bajar el déficit fiscal, sobre todo teniendo en cuenta los compromisos asumidos en las negociaciones con el Fondo Monetario Internacional, han llevado a esta medida que, justo es decirlo, era reclamada por muchos sectores, incluso los cercanos al gobierno, como economistas de la UCR, una de las patas de Cambiemos. 

 

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