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Importante bodeguero de Andorra: “El vino está en las venas de los mendocinos”

Joan Albert Farré llegó a la provincia durante los festejos vendimiales para conocer las bodegas locales y aplicar, en su pequeño país, un modelo turístico que complemente al esquí y las compras

14 de abril, 2020 - 13:24

Joan Albert Farré Santuré es el dueño de una pequeña bodega de Andorra, el país que limita con España y Francia, y recibe anualmente cerca de 8 millones de turistas. El cambio climático permitió que se plantaran viñas de modo profesional y hoy elaboran vinos de alta calidad y con un sello propio.

“Nuestros vinos son frescos, con la acidez bien integrada y que de alguna manera tienen un poder de envejecimiento mayor y están dirigidos a gente que busca calidad y un factor diferencial”, explica el bodeguero a El Descorche durante su visita a Mendoza previa a la cuarentena.

Arribó en marzo para la vendimia mendocina de la mano de un amigo para conocer todo lo que se realiza en materia de Enoturismo para así fomentar la actividad, tanto en su bodega Borda Sabaté, como también en toda su región.

Comenzó su proyecto en el 2004, a partir de unos terrenos familiares con una excelente ubicación para el cultivo de la viña. Un lugar óptimo para poner en marcha su emprendimiento para elaborar un vino de calidad y con las particularidad de lo que se denominan “vinos de altura”.

Desde su bodega ofrecen al mercado andorrano El Escol, un vino blanco 100 % Riesling; y El Torb, un tinto elaborado con variedades Cornalin, Merlot y Syrah, a los que pronto sumará otras etiquetas al portfolio y cuenta con toda su producción orgánica o ecológica.

“Un vino es una expresión del territorio, cuando pones una botella de vino en una mesa, estás poniendo un trocito de su territorio”, sentencia.

Joan admira a Mendoza, a su gente y la calidad de sus vinos, sin embargo considera que las bodegas deben aprender a valorizar sus productos fuera de sus fronteras.

-¿Cómo es Andorra, en términos de región vitivinícola?

-Andorra es un país de montaña, dedicado al esquí y al turismo de alta montaña. Pero tiene una vertiente sud donde siempre ha habido cultivo de la viña aunque no a nivel profesional. En los últimos tiempos, con el avance del cambio climático y el aumento de las temperaturas han proliferado los cultivos de viñedos de altura. Por ejemplo, fui el pionero en sacar el nombre de “viñas de altura” y empecé a plantar en el Valle de Sant Juliá. Hoy, existen cuatro bodegas y en Andorra hay cinco que ya producen vinos. Se trata de establecimientos muy pequeños. La producción anual de cada una de ellas es de 10 mil botellas y son plantaciones pequeñas. Mi terreno es de tres hectáreas.

-¿Cuáles son las variedades que se cultivan?

-Cultivamos variedades adaptadas al frío. En mi viñedo, tengo el 65% de la producción dedicado al Riesling y a hacer un vino de altura con cultivo ecológico. Un enólogo muy reconocido a nivel internacional, Alain Graillot, me ayuda con el proyecto. También hacemos un tinto de varias variedades con Cornalin (que es un varietal suizo), Merlot y también  Syrah.

-¿Qué te trae a Argentina y específicamente a Mendoza?

-Andorra es un país que tiene 8 millones de visitantes  anuales por la nieve y el comercio. Ahora, los viticultores intentamos hacer un espacio para el Enoturismo. Entonces, he venido a Mendoza a conocer y a aprender ya que aquí llevan muchos años con el Enoturismo y tienen mucha experiencia. Quiero recorrer el Valle de Uco y ver lo que hacen. Sin dudas, el tamaño de las bodegas no es comparable pero sí el sentimiento que tiene la gente por el vino. La gente aquí siente al vino como un factor dinamizador de la economía.

-¿Cuál ha sido tu percepción después de ver lo que se hace aquí en Mendoza y que te llevás a Andorra?

-Lo que percibo es que la gente siente el vino. Ya sea estén o no involucrados con el sector. El vino está en las venas de los mendocinos. Las grandes y muchas bodegas que existen, evidentemente, promueven la actividad enoturística que contribuye a Mendoza para que posea mucho turismo durante todo el año. Esto es un factor, que tal vez, no me esperaba.

-¿Cómo está Andorra en materia de Enoturismo?

-En Andorra estamos haciendo los primeros pasos. Intentamos que el enoturismo se haga un lugar en los 8 millones de visitantes que tenemos al año y por tanto trabajamos en encontrar la manera de cómo venderlo a un turismo que no viene a Andorra por el vino sino por el esquí y las compras.

El Descorche Diario en exclusivo junto a Joan Albert Farré.

-Hay un potencial mercado con las bodegas…

– Un vino es una expresión del territorio, cuando pones una botella de vino en una mesa, estás poniendo un trocito de su territorio. Por tanto, cuando hay turismo lo que conseguimos es que esa gente se identifique con las potencialidades del terruño. Lo que debemos conseguir es que tome los vinos y los productos locales, es la  mejor manera de inmiscuirse en la región.

-Nosotros, que somos un país turístico de producto comercial, de esquí en temporada de invierno, necesitamos elementos que sirvan para vincular al turismo con el territorio. Ahí está la labor importante que debe hacer el vino como elemento dinamizador.

-Ustedes están cerca de España y Francia, que poseen sus circuitos del vino, ¿cómo ves a Argentina en relación a estos países con larga tradición vitícola?

-Argentina a nivel bodegas no tiene nada que envidiar a bodegas europea, cada una tiene un terroir y hace los vinos con la mejor calidad que puede. Después, las empresas tienen que vender el vino y exportar. En Mendoza, hay grandes bodegas que deben aprender a valorizar sus productos fuera de sus fronteras. Aquí es donde tienen trabajo que hacer.

-¿Cómo es el vino de Andorra?

-El vino de Andorra es parecido al de Valle de Uco, incluso más al extremo. Son vinos más frescos, con la acidez bien integrada y que de alguna manera tienen un poder de envejecimiento un poco mayor y están dirigidos a gente que busca calidad y un factor diferencial en el vino que los grandes territorios no pueden ofrecer por la cantidad, las temperaturas y el espacio.

-Nosotros queremos hacer un vino diferente, altamente expresivo, con acidez, con la expresión varietal entera y que sirva para identificar al territorio. Al final, cada uno debe hacer el vino que siente y para ello hay que conocer y sentirte identificado con el suelo donde estás haciendo el vino. Por eso, a mí me es fácil hacer vino en Andorra. A cada terruño le corresponde lo mismo. Hay que conseguir expresar lo que cada uno quiere manifestar de su casa.