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Gustavo Agostini, el genio detrás de los vinos de San Luis

La historia está hecha de pioneros. De valientes hacedores que se lanzan a la conquista de lo nuevo, movidos por la pasión y un espíritu inquebrantable. Y este es el caso de Agostini (47), enólogo e ingeniero agrónomo. Meticuloso, detallista, entusiasta y valiente. Dejó huella en Moët & Hennessy, donde vinificó no solo en Argentina, sino también en Francia, Estados Unidos e India. Ahora encara un nuevo desafío: San Luis

14 de abril, 2020 - 13:46

Ingeniero agrónomo y enólogo. Apasionado por los vinos y las motos. A lo largo de su carrera, su temperamento y capacidad lo llevaron a plantar bandera en terruños inhóspitos, ignorados y desconocidos para la vitivinicultura en muchos de los casos.

Durante buena parte de los últimos 20 años se dedicó a elaborar espumantes bajo los más altos estándares de calidad en la prestigiosa Chandon Argentina, como también en otras filiales del grupo Moët Hennessy.

Gustavo Agostini (47) elaboró vinos en la región de la Champagne, en Francia, zona por demás reconocida por la tradición y calidad de sus burbujas. Sin embargo, no le tembló el pulso cuando tuvo que viajar a la India para ponerse la bodega al hombro y desafiar los límites de lo posible.

Allí logró hacer vinos de calidad en un clima tropical donde se cosecha dos veces al año. Nadie hubiera apostado a las medallas que hoy ya consiguieron, los espumantes “Made in India”.

Anteriormente, había abierto surcos de la ríspida Patagonia Argentina. En San Patricio del Chañar plantó viñedos e hizo vinos de alta gama para cuando bodega NQN -actual Malma- recién se iniciaba y hoy la zona ya tiene ganado su lugar en la vitivinicultura argentina.

Muy joven aún, pero es probable que algún día Agostini sea figura en los anaqueles de la vitivinicultura argentina por su espíritu innovador, pionero y explorador de terroirs.

“Lo importante es conocer cada suelo, respetarlo y extraer su tipicidad. Que el vino nos hable de la zona donde fue hecho. No sirve de nada querer copiar. Esa es la verdadera riqueza, la diversidad que puede dar cada terroir”, explica Agostini a El Descorche.

Nuevo desafío, nueva conquista

Humilde, apasionado, alegre y seguro de su capacidad de trabajo nos abrió las puertas de su nuevo desafío y con franca generosidad nos contó acerca de este particular terreno en Beazley, provincia de San Luis donde está al frente de “Corral de Palos”, una bodega que con seguridad hará punta y llevará los vinos de esta provincia a altos niveles de calidad.

“El viento era nuestra preocupación y resultó ser un gran aliado, un amigo. Ni siquiera nos hace falta curar, podríamos certificar como viñedos orgánicos”, relata Gustavo mientras caminamos entre los surcos puntanos.

A tan solo 30 kilómetros al Sur de la capital de San Luis, Agostini emprendió su nuevo sueño. Junto a un socio inversor adquirieron una bodega y junto a un gran equipo de trabajo, comenzaron una nueva etapa con el objetivo puesto en elaborar vinos de altísima calidad y con el máximo respeto por la expresión del terroir.

Es así que el Viogner y el Cabernet Franc ya están dando que hablar y asombrando por lo que puede expresar este terruño argentino cuando detrás de un proyecto hay un verdadero “know how”.

Junto a su compañera inseparable, Mariela Gallardo, quien es sommelier, trabajan “a la par” en otro proyecto que emprenden juntos. Tienen sus marcas de espumantes con uvas de su finca en General Alvear, Mendoza: “A la Par” y “Cataleya”. Son los proyectos que complementan a Corral de Palos (San Luis) completando de este modo el amplio portfolio de Gustavo Agostini.

El Descorche llegó hasta las cercanías de Beazley, en San Luis, para conocer el nuevo proyecto y dialogar con Agostini en primera persona.

Contanos acerca de este nuevo desafío, un terruño poco usual para el vino argentino…

-Se trata de un proyecto muy interesante, nuevo para mí y como me gustan los desafíos estamos poniéndole muchas expectativas. Si bien la zona es novedosa, los viñedos ya tienen sus años. Lo que hemos hecho es identificar cuáles son las variedades que mejor se adaptan al lugar y la tipicidad que nos pueden dar.

-El terreno es inhóspito, no hay nadie alrededor y con tranquilidad podemos hablar de vinos orgánicos y de campo. Es una franja más cálida que el resto de San Luis pero que está dando cosas muy interesantes. Como es el caso del Viogner y en los tintos el Cabernet Franc y el Malbec.

“No tenemos dudas de que vamos a lograr vinos de muy alta calidad”.

En esta vendimia 2020, estamos asombrados con lo que nos están dando los rosados de Syrah y también de Cabernet Sauvignon.

-¿Cómo ves esta diversificación de terruños que se va multiplicando en el mapa vitivinícola argentino?

-Me parece fantástico, ante todo porque cada terruño va a estar identificado con una variedad que lo represente. Tanto en cuanto al clima, el suelo y todo el ambiente. Tal vez, es más trabajoso desde lo agronómico y enológico para encontrar la tipicidad del lugar y el varietal que mejor se adapte a la región. Lo importante es no copiar otras zonas. Cada territorio debe tener un representante, un referente y ojalá en cada punto de Argentina se pueda plantar la vid y tener un vino distinto. Es maravilloso que podamos lograr diferentes tipos de vinos.

-¿Cuáles son límites que puede marcar un terruño a la hora de explorar nuevas zonas?

– Vengo de vivir tres años y medio en India. Era impensado que una empresa como en la que trabajé durante muchos años (Chandon) se podría ir a hacer espumantes a ese país; en una zona tropical donde se cosecha dos veces al año y logramos una calidad extraordinaria. Eso habla de que se puede hacer vino en cualquier lugar del mundo. Solo hay que ser cautos en ver la tipicidad que puede dar cada variedad, cuál es la que se adapta a la zona y estar abiertos, siempre que se den las condiciones y sea económicamente viable.

-¿Qué le podés contar al consumidor sobre San Luis? ¿Qué encontrará cuando abra una botella proveniente de este terroir? ¿Qué características tiene?

-Obviamente, se van a encontrar con mi firma –Gustavo Agostini- ya que tengo mi propio estilo de vinos. Es una zona que me ha sorprendido mucho, me han llamado mucho la atención variedades blancas como es el Viogner; súper fresco, elegante, con un volumen en boca muy bueno. Nos ha sorprendido el Cabernet Franc; es distinto, no es piracínico pero sí con mucha fruta roja, pimienta negra, bien voluminoso en boca.

-La mayoría de los vinos de acá son un poco más grasos. Hay que trabajar más en la frescura, que es lo que estamos haciendo ahora, cosechar más temprano y algo muy interesante es que a fin de enero ya tenemos casi el 30 % de la uva ingresada en bodega. A esa altura, ya están los blancos y los rosados fermentando. Es decir, que podemos ya hablar de una zona primicia en lo que a blancos y rosados se refiere. Eso es importante para la comercialización.

“Lo importante es no copiar otras zonas”.

-Y por otro lado, hablar de Malbec, Bonarda, Cabernet Sauvignon, Syrah también son variedades que se adaptan muy bien. Es una zona más cálida pero la estamos trabajando mucho con tela antigranizo y sistemas de riego por conducción. Todo lo que agronómicamente hay que hacer se hace y no tenemos dudas de que vamos a lograr vinos de muy alta calidad.

– Después de vivir experiencias en zonas hostiles para hacer vinos como es el caso de India, San Patricio del Chañar (Neuquén) y ahora en Bezleay, San Luis. ¿Qué tienen en común?

-Nos trataban de locos, a mi esposa y a mí (risas). Pero lo que hay en realidad es mucha pasión. Hace años me tocó hablar de NQN y abrir un camino novedoso en Neuquén y hoy San Patricio del Chañar ya es una zona referencial.

-Es sentir la pasión. Cuando me ofrecieron ir a trabajar a India no lo dudé y tal vez muchos me trataron de excéntrico. Hoy, India es un referente más dentro de la empresa que es líder mundial en espumantes al igual que el caso de China.

-Soy especial en eso, cuando me empiezo a aburrir o veo que mi trabajo se cumplió, empiezo a buscar camino por otro lado. Lo mejor que te puede pasar es sentir la emoción de lograr algo en un lugar distinto. Y si el día de mañana San Luis se posiciona al nivel o junto a vinos como Mendoza, San Juan, Salta, Catamarca y Patagonia seré la persona más feliz del mundo. Que mis vinos estén representando una zona nueva y que ya esté a la altura de otras regiones es una gran satisfacción.