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Mujeres con derechos según su conveniencia y obediencia debida

13 de octubre, 2019 - 09:15

Todavía hace mucho ruido en el mundo social, político y judicial de Mendoza lo sucedido días atrás cuando el Senado provincial designó juez de cámara a un hombre cuestionado por su falta de perspectiva de género a la hora de juzgar un femicidio, y por lo que pasó antes, durante y después de la cuestionada sesión de acuerdos.

Sobre todo por las actitudes asumidas dentro y fuera del recinto de debates del Poder Legislativo.

Una vez más, las mujeres se expedían enérgicamente ante una clara señal que, desde los tres poderes del Estado se enviaba a la sociedad mendocina. Mujeres de todos los ámbitos –claustros educativos, profesionales de la abogacía, medicina, social y político– hablaron al unísono.

La rara excepción fue el mismo parlamento mendocino. En ese contexto sobresalió el pronunciamiento de todas las mujeres que integran el bloque justicialista del Senado y la inamovible postura de la vicegobernadora Laura Montero.

Que como en otras oportunidades, hacían pública sus convicciones contra la actitud machista, el femicidio y la violencia que en todos los órdenes de la vida de la provincia todavía se nota contra las mujeres.

Es ahí donde algunas legisladoras dejaron al descubierto que no es tan así que se pueden tener semejantes posturas. Algo que ya había sucedido en otras oportunidades, como cuando había que cubrir cargos en la Suprema Corte de Justicia y la vicegobernadora consideraba que ese lugar debía ser ocupado por una mujer.

En ese entonces no solo quedó sola, sino que un puñado de legisladoras de ambas Cámaras mostraron por primera vez que la conveniencia y la obediencia debida partidaria están sobre cualquier otra cosa, inclusive esas verdaderas y merecidas conquistas de las mujeres mendocinas.

Fue tan alevosa la agachada fémina, que algunas parlamentarias que tenían proyectos armados para que el lugar que había dejado la magistral Aida Kemelmajer de Carlucci en la Corte provincial sea ocupado por una profesional del derecho, lo cajonearon ante la orden de no acompañar la iniciativa de Montero.

La cuestión volvió a ocurrir tiempo después con otro cargo en la Corte, donde la película, hecha realidad, se repitió con sincronizada actitud de uno y otro lado.

Lo sucedido días atrás fue más duro para la segunda en la línea sucesoria de la provincia. Desde su propio bloque se la ignoró e ignoraron todos aquellas exposiciones que exhibían las senadoras toda vez que se tuvo que aprobar una ley o intervenir en importantes seminarios, con la presencia de eminencias del país, para tratar esta difícil problemática.

Salir en la foto era vital para tapar apariencias y figurar como defensoras en tan urticantes temas de actualidad.

Pero no todo fue soledad legislativa para Montero, porque junto a ella se abroquelaron todas las senadoras del justicialismo, las mujeres de diferentes organizaciones sociales y hasta hubo pronunciamientos del Área de la Mujer de la Presidencia de la Nación.

También con magistradas de la propia Justicia, que en silencio hicieron llegar su adhesión a la fuerte jugada pública de la vicegobernadora. Todos oponiéndose enérgicamente a un flagelo que mata a una mujer cada 36 horas en nuestro país.

Pasada la tempestad legislativa, la lógica imponía que las senadoras del oficialismo se llamaran a silencio, ante como habían quedado en evidencia. Lejos de hacerlo salieron a justificar sus posturas (¿?), sin aclarar nada y atacando nada más y nada menos que a otra mujer, que además es de su riñón político.

Cabe preguntarse si esas legisladoras tienen perspectiva de género, de qué manera la interpretan y si la forma de practicarla es con las mismas actitudes de sumisión que tantas mujeres que todavía no aprendieron a ejercer sus derechos.

Quizá esto último justificaría sus ilógicas posturas, algo que nadie cree por el lugar que ocupan. Lo seguro es que estuvieron y están muy lejos de poder representar el rico legado de mujeres radicales que honraron el centenario partido en su paso por ese mismo Poder Legislativo. Mucho más lejos de representar a las mujeres en sí.

Las mujeres constituyen un sector que ancestralmente viene siendo golpeado en todas las reprochables formas que existen. Un sector que en los últimos tiempos ha dicho con leyes del país y la provincia un contundente ¡basta!

Basta a la violencia laboral, sexual, intrafamiliar, social y hasta política. Un todo que, evidentemente, algunas senadoras adolecen de sentirlo o prefieren ignorar, por sus propias conveniencias y obediencia debida partidaria. Algo tan grave como patético.