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Tambores de guerra

20 de marzo, 2018 - 16:16

Mientras por estas tierras, parroquialmente, se discuten temas vinculados con la denominada agenda de género, una vez más se reafirma aquella sabia sentencia de que la verdadera política es la internacional. Otros importantes sucesos se desarrollan en diversos escenarios mundiales en forma simultánea como en un viejo circo de cuatro pistas.

En una de ellas, posiblemente la más importante de todas, los EE.UU. cambian a su secretario de Estado y al director de su Agencia Central de Inteligencia por dos reconocidos halcones. Con lo que es lógico esperar un endurecimiento de las ya duras relaciones de los EE.UU. con sus contrapartes asiáticos.

En otra, al otro lado del Atlántico, en Londres, su primera ministra cree adecuado lanzar un ultimátum al último de los zares por el intento de asesinato de un exespía ruso en su territorio. Y amenaza, incluso, con boicotear la próxima Copa del Mundo.

Antes, el dueño de la pelota de la Copa del Mundo había advertido que no tiene miedo, pues acababa de poner a punto su nuevo sistema misilístico imparable. Con ello revierte una jugada de mate que ya llevaba más de 30 años y que había puesto a su país contra las cuerdas.

Y todo esto sucede en el marco de una guerra comercial declarada por la primera economía del mundo contra todas las del resto. Un resto que marcha a paso redoblado hacia la progresiva fragmentación de sus diversos bloques comerciales, con sus viejos países que se abren, nuevamente, a los oscuros cultos del pasado.

La historia no se repite, pero tiene ritmo, según Mark Twain. De eso ya nos puede cabernos duda. Y este parece ser el redoble de los tambores de guerra. Ya en el pasado, no una, sino dos guerras mundiales, fueron precedidas por fenómenos muy similares. ¿Meras similitudes o profunda sincronías? No los sabemos todavía.

Como siempre, nuestra obligación es preguntarnos:¿y nosotros qué? En las anteriores nos arreglamos en ser neutrales y no nos fue tan mal. Especialmente en la primera, aunque no tanto en la segunda, en donde nos facturaron la simpatía con los derrotados.

Pero esta vez el enfrentamiento global bien puede ser de características apocalípticas. Con certeza técnica sabemos que no caerán por estas tierras ojivas nucleares.Sin embargo, se puede deducir, fácilmente, que los daños al medio ambiente serán muy severos.

Una situación que podría en supremo valor un espacio como el nuestro. Amplio, limpio y con agua y alimentos.

Tengámoslo claro.