20 de marzo, 2018 - 12:40

La semana que pasó quedó marcada por otro desacierto de la Justicia, la que con sus decisiones le confirma a la sociedad que sus fallos, lejos de ser tomados para velar por los mendocinos, son una autodefensa corporativa con tintes políticos. 

La decisión de no hacer avanzar el Jury de Enjuiciamiento contra los magistrados de la 8ª Cámara del Crimen que liberaron a Nélida Rojas y otros integrantes de la agrupación kirchnerista Túpac Amaru, los dejó mal parados frente a los mendocinos tanto a políticos como a jueces.

Contra diez votos por el ‘sí’, finalmente se impusieron los once por el archivo aportados por los legisladores justicialistas Carina Segovia, José Muñoz, Lucas Ilardo, Patricia Fadel, Samuel Barcudi y Eduardo Bauzá; las camaristas María Silvina Ábalos y Gladys Marsala, y los supremos Mario Adaro, Alejandro Pérez Hualde y Jorge Nanclares. 

El voto definitorio fue de Ábalos, quien terminó avalando una “justicia ilegitima”, esa que representa lo peor del kirchnerismo, la que defiende a los delincuentes por sobre los derechos de las víctimas.

Esa Justicia que sigue siendo sospechada de defender sus privilegios, propios del siglo pasado. Esa Justicia de jueces al parecer ineptos, poco preparados para desempeñar una función tan importante como lo es impartir fallos equilibrados.

Ábalos, con su voto, terminó siendo útil a la patria corporativa, bien lejos de lo que pide la gente y muy cerca de lo que pretenden los abogados cercanos a Justicia Legítima.

Allá ella y su conciencia, pero la impresión generalizada es que dejó pasar una oportunidad única de hacer que el Poder Judicial sea más creíble, serio y responsable para el común de los mendocinos.

Como dicen algunos, “tal vez ella en este momento esté brindando con Luis Correa Llanos, Ramiro Salinas y Alejandro Miguel, integrantes de la cámara cuestionada, disfrutando de esta victoria a lo Pirro, mientras toda Mendoza los mira con sospechas aparentemente más que fundadas”.

Como opinó Juan Carlos Jaliff sobre ese voto, “están desvirtuando la Ley del Jury, que establece que esta etapa era para correr traslado a los acusados (Correa Llanos, Miguel y Salinas) y que éstos hicieran su descargo”, pero con el voto de Ábalos y Nanclares ni siquiera se dio esa oportunidad.

De más está hablar del voto justicialista, kirchnerista, camporista, menemista o peronista, según sea la moda partidaria del momento. Seguirán siendo incorregibles y tomando decisiones al filo de la legalidad.

Estos acontecimientos, que son tristes para la sociedad, llevan a suponer que las autoridades de la Justicia están esperando una postura más firme de parte del pueblo para que entren en vereda, algo que les enseñe a estos privilegiados cuál es el camino recto y comprometido que la provincia les exige.

Encolumnado defendiendo privilegios

Ya nadie cree en la cara y formas de buena persona que muestra Jorge Nanclares, ese abogado de la Municipalidad de Guaymallén que por obra y gracia de Leopoldo Orquín llegó a ocupar un cargo que parece que le queda grande, porque a la hora de los bifes, como dicen algunos, “es el primero que se encolumna en la corporación ‘Defiende Privilegios’”.

Este hombre dejó pasar tal vez su última oportunidad para demostrarles a los mendocinos que no le pagaron en vano su suculento sueldo por pocas horas de trabajo, para devolverles por lo menos con alguna actitud de cambio todo lo que ese pueblo le dio: un sueldo que le permitió vivir más que bien y criar a sus hijos y la prole de todos ellos.

Es una verdadera pena que Nanclares deje pasar su vida sin quedar en la historia grande de Mendoza. Como comentó alguien en los pasillos de Tribunales, “a éste lo único que le interesa es hacer sociales y quedar bien con sus amigos de la Corpo. Quedate bien tranquilo, que lo único que piensa es en su jubilación de privilegio”.

Sin rumbo, a contramano de la gente 

Nadie lo dice en público, pero en la calle y en los cafés de Tribunales hace rato que dicen que “estos pibes –Correa Llanos, Salinas y Miguel– perdieron el rumbo y les importa más la plata y la política que la Justicia”.

Ya se equivocaron feo cuando dejaron salir al asesino de Matías Quiroga y ahora dejaron en libertad a todo el clan Rojas, de la Túpac lavallina.

Estos abogados dejan abiertas demasiadas ventanas, puertas y hasta portones como para que el común de la gente no sospeche de sus fallos bochornosos, favoreciendo a agrupaciones kirchneristas.

Son jueces a los que el gobernador Cornejo tildó de “cobardes y pro victimarios”, haciéndose eco del reclamo de la gran mayoría de los mendocinos y pidiendo su destitución.

Igual, el clan sigue en la mira

Respecto del clan Rojas, es lícito preguntarse cómo hizo para cambiar su estándar de vida en tan poco tiempo esa otrora familia humilde de Lavalle que no podía pagar la luz y que de golpe sus garajes y estacionamientos parezcan concesionarias de autos y camionetas de alta gama y de camiones. A eso se le agregan cuentas bancarias con saldos abultados, sumando varios millones de pesos.

“Por favor, compartan la receta”, dicen sus vecinos y las víctimas del humilde pueblo lavallino, que no comprenden por qué quedaron en libertad pese al cúmulo de pruebas en su contra.

Todo ello sin mencionar las extorsiones, aprietes y obligatoriedad de asistir a actos kirchneristas que sufrían quienes se anotaban para llegar a tener una vivienda. En caso contrario, no se las otorgaban.

También comentan en Lavalle que el clan, en estos días, ofrece plata y mercadería a las víctimas para que no lo denuncien, y de ese modo zafar de la causa y seguir enriqueciéndose.

Evidentemente todo está podrido porque –por ahora– para mal de los mendocinos, la Justicia favorece a los delincuentes.

Pero como en el famoso dicho, “no hay mal que dure cien años ni cuerpo que lo soporte”.