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Francisco bendice a algunos y a otros los ignora intencionalmente

19 de marzo, 2018 - 07:17

El alto porcentaje de católicos que hay en la República Argentina morigera la tormentosa relación que tiene la alta jerarquía eclesiástica del mundo con la actual Administración nacional, con partidos políticos afines al gobierno de Mauricio Macri y los indisimulados y exagerados guiños a la oposición.

De todas maneras y más allá de los convenientes silencios colectivos para no hablar de un tema que debería tener preocupados a muchos y sinceras respuestas de otros, las actitudes del Papa Francisco no se pueden tapar. No solo por la forma que tratar a unos y a otros, sino por las incomprensibles expresiones que el sumo pontífice ha tenido en los últimos tiempos. Aspectos que para creyentes y agnósticos encienden alarmas de que Jorge Bergoglio definitivamente tiene debajo de su sotana una camiseta política partidaria. Algo que no lo asume en soledad, porque sería parte de una importante legión de cardenales, obispos y sacerdotes.

No hace mucho y cuando se preparaba la presencia del jefe de la iglesia católica del mundo en Chile, no fueron pocos los dirigentes de diferentes líneas internas del justicialismo, sobre todo de origen kirchnerista, que se contactaban con sacerdotes que tenían llegada directa al entorno del Papa para tener trato preferencial y encontrarse con el sumo pontífice. Algo que se suponía no debería estar en conocimiento de nadie, sin embargo se conoció ante la ignorante actitud de ciertos dirigentes que se ufanaban de ser los elegidos del Vaticano y despertó álgidas críticas.

El viaje a Chile de muchos de esos dirigentes solo dejaba claro el modo y la forma que desde Argentina existirían vasos comunicantes con la santa sede para que Francisco reciba en forma especial a quienes concurren allí. Del mismo modo quedaba claro que aquí algunas sotanas tienen colores partidarios. Por lo cual muchos ya se preguntan si esto es parte de ciertos predicamentos en los púlpitos de iglesias de distintas partes del país y ahí el tema preocuparía mucho más ante la falta de equidistancia de cuestiones políticas partidarias.

Este complejo e inentendible panorama se alimenta con el propio papa cuando tiene expresiones como las recientes a Hebe de Bonafini, a quien le decía desde Roma: "Querida Hebe, muchas gracias por tu carta que me llegó por Juan Grabois. Rezo por vos y por las Madres y pido al Señor te conserve la salud para que puedas seguir ayudando a tanta gente. No hay que tener miedo a las calumnias, Jesús fue calumniado y lo mataron después de un juicio dibujado. La calumnia solo ensucia la conciencia y la mano de quien la arroja. No te olvides de rezar por mí. Saludos a las Madres, que Jesús te bendiga y la Virgen te cuide".

Increíblemente Francisco se dirige de esta manera hacia una persona que fue parte de ese grupo que en pleno gobierno de Cristina Fernández de Kirchner y su brazo político interno La Cámpora, protagonizaron todo tipo de fuertes acciones de desprestigio contra el flamante Papa de origen argentino. Allí no faltó nada, se hicieron todo tipo de pintadas en paredes del país con insultos en todas las redes sociales. Inclusive se lo responsabilizó públicamente de su complicidad con la última dictadura en la desaparición de sacerdotes tercermundistas. Cuestión que se silenció abruptamente cuando Bergoglio, en su carácter de cabeza de la Iglesia Católica del mundo, recibió con todos los honores de Estado a CFK y de allí en más a todo dirigente kirchnerista que hizo hasta marketing electoral con la figura de Francisco, que lo permitió con agrado.

Al enterarse de ello en forma inmediata el consciente colectivo de los argentinos se preguntó de qué injurias habla el Papa, cuando Hebe de Bonafini, Milagro Sala y cientos de dirigentes, incluida la ex presidenta Cistina Kirchner, están procesados por la justicia en sonados casos de malversación al Estado en miles de millones de pesos. Oscura acción en la que no solo desaparecieron fondos públicos, sino que se perjudicaron al grado de defraudación a millones de argentinos.

Por estos días, ante  un nuevo informe en la Cámara baja del Congreso de la Nación por parte del jefe de Gabinete de Ministro, Marcos Peña, salió ante preguntas que le hicieron al funcionario cómo el Estado argentino solventa la estructura eclesial de la iglesia católica. Allí Peña fue directo al responder que un obispo cobra $46.800 mensuales, y en el caso de los obispos auxiliares, la cifra es de $40.950. Ampliando su respuesta, Peña dijo también que los llamados administradores apostólicos y diocesanos también obtienen $46.800 por mes. Remachando que la Nación abona por año alrededor de $130 millones para mantener la estructura de la iglesia católica. Cuando, en la calle, miles de trabajadores con sus familias pugnan por salir de estar debajo de la línea de la pobreza, ya que su salario no supera los $17 mil por mes.

Los montos escuchados en la Cámara de Diputados dejaron perplejas a las minorías que descreían cómo se mantenía la religión católica. En tanto que a la gran mayoría de la ciudadanía le confirmaba de qué forma viven muchos obispos y las cabezas de la Curia nacional. Pero también revindicaba en su obra pastoral a monjas y sacerdotes que viven sumidos en la máxima pobreza junto a millones de personas que viven en estado desesperante. A los mismos que ni los obispos acomodados o los curas de base política poco les interesa el estado o la acción pastoral de esos dignos seres, como alguna vez lo fueron el padre Carlos Mugica a nivel nacional y Jorge Contreras para los mendocinos, por dar apenas dos de los muchos ejemplos que aplastarían la opulencia develada. Ni hablar sobre aberrantes vejaciones y violaciones, como el caso Provolo, que cierra el círculo de duras verdades de lo que hoy deja al descubierto una Iglesia que acumula millones, hace política y bendice a todos los que están en la misma vereda sectaria de los que robaron al país, a sus habitantes y hasta a los mismos pobres. Los mismos que horrorizados solo atinan a expresar "¡vade retro!".

Daniel Gallardo – Periodista de Medios del Grupo Cooperativa