|19/02/18 06:02 PM

Napoleón Gallardo perdió la brújula

19 de febrero, 2018 - 18:13

Algunos historiadores franceses sostienen que no fue Napoleón Bonaparte quien perdió la Batalla de Waterloo, sino que más bien fue traicionado por políticos en su vuelta a París y defraudado por sus mariscales y generales en el campo de batalla. En el plano futbolístico y comparando a Bonaparte con el Napoleón de Núñez, lo mismo siente Marcelo Gallardo hace tiempo y lo expresa en cada conferencia de prensa: Que hay una conspiración política detrás de los errores arbitrales y que River es traicionado y perjudicado partido tras partido por los fallos.

Todo comenzó cuando el director técnico durante la pretemporada en los Estados Unidos dejó la cautela de lado y expresó sus sensaciones: “Por Mauricio Macri (presidente de la Nación) y Claudio Tapia (presidente de la Asociación del Fútbol Argentino) tenemos que estar con la guardia alta". Por ser ambos reconocidos hinchas de Boca, Gallardo abrió el paraguas y dejó entrever la posible influencia de Macri (ex presidente de Boca), Tapia y Daniel Angelici (actual presidente de Boca) para perjudicar el Millonario.

Napoleón Gallardo perdió la brújula en lo futbolístico, pero también frente a los micrófonos. Ya no se calla como antes. Dejó de ser el hombre serio, cauto y pensante para transformarse en una persona que denuncia una probable conspiración contra River, sin tener pruebas fehacientes.

Anoche, más medido pero sin dejar de meter el dedo en la herida para que siga sangrando, el técnico de River dijo “quiero creer que no hay nada raro, pero con situaciones como éstas se hace difícil creerlo” y portó suspicacia a la polémica.

Gallardo busca soluciones extra futbolísticas a los problemas que tiene en el campo de juego porque su equipo no reacciona, no puede salir del letargo que está metido desde hace tiempo.

Se victimiza frente a los malos arbitrajes porque no logra superar ese bajón anímico/futbolístico que arrastra el plantel millonario desde el partido frente a Lanús cuando quedó eliminado en la semifinal de la Copa Libertadores 2017. A partir de ese día, su equipo desbarrancó en el juego y él, ante la prensa.

Lo cierto es que Gallardo observa el vaso medio vacío. Es verdad que River fue perjudicado por los fallos del pésimo arbitro Jorge Baliño, que no le cobró un penal al local tras una falta de Luciano Abecassis sobre Lucas Pratto, que le perdonó una tarjeta amarilla a Tomas Cardona (ya estaba amonestado) por una fuerte falta contra Rodrigo Mora, que convalidó un gol del “Morro” García en posición adelantada secundado por el juez de línea Alejandro Mazza y otorgó un tiro libre-penal para el Tomba por interpretar un pase de Jonatan Maidana al arquero Franco Armani. Estos errores incidieron en el resultado final. Pero, para ver la otra mitad del vaso, Gallardo deberá analizar lo mal que jugó su equipo.

A River le cuesta hilvanar cuatro pases seguidos porque carece de organizadores de juego. Los cambios de intérpretes de un partido al otro no surtieron efecto a través del juego colectivo. Juan Fernando Quintero, quién ingresó para ser el conductor de la ofensiva, no encontró socios de tres cuarto de cancha hacia adelante. Nicolás De la Cruz tuvo un buen segundo tiempo, con participación en el gol de Pratto, pero careció de ideas futbolísticas.

En la defensa, los dos goles que recibió el local fueron por pases imprecisos de sus jugadores en la salida desde el fondo. Uno de Lucas Martínez Quarta. El otro de Bruno Zuculini. Además, la defensa es muy floja en el retroceso cuando pierde rápido la pelota, deja muchos espacios vacíos.

El técnico volvió a equivocarse en mantenerle la titularidad a Gonzalo Montiel, de bajo rendimiento en los últimos encuentros. Se acordó tarde de cambiarlo. Habían pasado 45 minutos y perdía 2 a 1.

Leonardo Ponzio y Bruno Zucullini no se entendieron en la mitad de la cancha. En lugar de complementarse, se superpusieron. El capitán perdió muchas pelotas. Estuvo impreciso y llegaba tarde a cortar. La estrategia del local fue llegar al empate con pelotazos hacia Rodrigo Mora y Lucas Pratto, quienes fueron los únicos que mantuvieron viva la llama del empate. La actitud y la potencia de esta dupla ofensiva hizo olvidar la deuda en la generación de juego y lo mal que la pasa River cuando no tiene la pelota.

Por otra parte, hay que remarcar que el rival también cuenta, y lo que hizo Godoy Cruz en el Monumental fue muy bueno. Un equipo que mantiene su invicto en lo que va del 2018 y que le jugó de igual a igual a River en su casa. El Tomba tiene a uno de los mejores delanteros del fútbol local como es el “Morro” García. Y la conexión de éste con Juan Fernando Garro en la delantera es explosiva y juntos desnudaron aún más los problemas defensivos del local.

Gallardo deberá rescatar la actitud de su equipo en el complemento, el amor propio ante la adversidad en los errores de Baliño. Cuanto más fue pisoteado su equipo, más se hizo fuerte para salir adelante. Pero carece de buen juego hace tiempo y esa brújula que tenia como Napoleón para conquistar el fútbol Argentino la perdió y deberá recuperarla antes de llegar a la gran final que tendrá el 14 de marzo ante Boca que de sufrir una derrota sería tocar fondo.