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Estrategia anti narcotráfico: no a los sistemas 'llave en mano'

La lucha contra este flagelo es de carácter regional y hasta global. Por lo tanto, está  muy bien contar con organizaciones con  alcance y trayectoria, como en este caso se haría Estados Unidos. Sin embargo, no sería conveniente para nuestros intereses nacionales el comprar una estrategia diseñada para otro país y para otras circunstancias.

02 de marzo, 2018 - 17:34

“La poderosa DEA, la agencia antidrogas de Estados Unidos, incrementará su presencia en la Argentina, con una mayor dotación de personal en el país y la instalación de un nuevo grupo de trabajo (task force) en la frontera Norte”, según anticipó Patricia Bullrich, ministra de Seguridad de la Nación, durante un encuentro con periodistas argentinos en Washington, D.C.

No cabe duda que este es el mayor avance en la cooperación bilateral en la lucha contra las drogas que obtiene nuestro país por parte de los EE.UU. Concretamente, la ministra se reunió con los responsables de la DEA, el FBI y la agencia de seguridad interior estadounidense (Homeland Security).

Lo hemos dicho siempre y lo repetimos: la lucha contra el narcotráfico es de carácter regional y hasta global. Por lo tanto, está muy bien colaborar con organizaciones con ese alcance y trayectoria. Sin embargo, no sería conveniente para nuestros intereses nacionales el comprar una estrategia contra el narcotráfico diseñada para otro país y para otras circunstancias. 

Otra cosa que hemos sostenido siempre, es que la estrategia depende arquitectónicamente de la política. Le corresponde a la primera fijar el fin, los límites y las condiciones de empleo de la segunda. Por su parte, esta última, es la responsable de seleccionar los medios conducentes para obtener el fin impuesto por la política. También, en el proceso previo que lleve a estas decisiones, puede ella asesorar a la política sobre la mejor forma de hacerlo.

En función de lo expresado en el párrafo precedente y, antes de que le compremos a los EE.UU. un sistema de lucha contra el narcotráfico tipo ‘llave en mano’, es necesario que hagamos algunas salvedades antes de que se tomen las decisiones políticas pertinentes y que se inicien las operaciones de cooperación. 

Para empezar por el principio, podemos decir que los EE.UU. a lo largo de su extensa historia bélica, han desarrollado características que los distinguen. Especialmente, cuando ese país debió enfrentar amenazas de tipo irregular como el narcotráfico. Una de las más importantes es que siempre buscó el descabezamiento de las fuerzas a las que se enfrentaba, ya sea mediante la muerte o la captura, de sus respectivos jefes. 

Por ejemplo, durante la Guerra Filipino-Norteamericana, a fines del siglo XIX, la conducción estratégica norteamericana se empeñó en capturar a Emiliano Aguinaldo, el líder del rebelión filipina contra la ocupación norteamericana.

Exactamente lo mismo ha sucedido, recientemente, cuando se los buscó y se los aniquiló, sucesivamente, a Saddam Hussein y a Osama bin Laden, solo por mencionar a dos de los más famosos.

Procediendo de esta manera, los estrategas norteamericanos rinden culto a su fe en el teórico de la guerra, del siglo XIX, Carl von Clausewitz, quien aconsejó siempre la destrucción física de sus adversarios. Lamentablemente, al hacerlo incurren en varios errores derivados de aplicar una teoría estratégica –la de Clausewitz– a un forma de conflicto de naturaleza distinta al previsto por este pensador.

Sucede que en los conflictos que se libran en medio de la población o que la tienen a ésta como su objetivo, tal como es el caso del narcotráfico, es imprescindible que se ganen las mentes y los corazones de la gente. Pues, es con su apoyo que las fuerzas ilegales logran su encubrimiento y su impunidad.

No hacerlo, no solo es desconocer su naturaleza, es condenar a las operaciones policiales y militares destinadas a contenerlos a un fracaso seguro.

Específicamente, la estrategia norteamericana aplicada a la lucha contra el narcotráfico se la puede ver materializada en la doctrina que siguen las fuerzas armadas mexicanas que reciben, desde hace años, sus consejos.

Hasta donde sabemos, fue durante el gobierno del presidente Felipe Calderón cuando México adoptó la metodología de capturar o matar a los jefes de los carteles narcos. Una metodología que ha sido seguida y aumentada por el actual presidente, Enrique Peña Nieto.

Episodios como la serie de captura-fuga-captura del Chapo Guzmán ilustran, perfectamente, este punto.

Pero, como señala acertadamente un estudio dirigido por la investigadora Beatriz Magaloni de la Universidad de Stanford: “Con este modelo, se ha derivado en el aumento y recrudecimiento de la guerra intercártel e intracártel, y la fragmentación de las organizaciones en células”.

Llegado a este punto, solo resta señalar cuál debería ser una estrategia acorde con la finalidad de contener al narcotráfico.

Ya lo hemos dicho y lo repetimos, para hacerlo no necesitamos apelar a ninguna doctrina extranjera, sino a nuestra propia experiencia operacional. Me refiero a la obtenida por nuestras fuerzas de paz en el difícil entorno de la MINUSTAH (Haití).

En estos casos, es imprescindible no caer en el denominado ‘síndrome de Goliat’, tal como lo explica el coronel Carlos Pissolito en su libro Las Fuerzas Armadas en otras operaciones diferentes a la guerra.

Durante los once años que duró esta operación de pacificación de la ONU, en uno de los países más pobres el mundo, nuestras tropas tuvieron la oportunidad de aprender que en estos conflictos no se ganan con la potencia de fuego, sino a pesar de ella.

En pocas palabras, Haití fue una experiencia exitosa. Por el contrario, las norteamericanas en lugares como Afganistán e Irak no lo han sido. Es más, transmitidas a lugares ajenos a ellas como México, tampoco, han producido el resultado esperado.

Por eso nos preguntamos si no ha llegado el momento de aplicar lo que hemos aprendido por nosotros mismos, en lugar de copiar y de comprar el sistema ‘llave en mano’. 
La extensión y la profundidad de nuestra propuesta nos obligan al desarrollo de un artículo completo en nuestra próxima entrega en esta columna de opinión.