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San Francisco Javier, Francisco y los mapuches

08 de enero, 2018 - 12:06

Mucho se ha hablado por estos días de la cuestión mapuche. Especialmente, a caballo de la visita del papa Francisco a Chile, donde existe una importante comunidad que reivindica ese origen.

Se han escuchado, al respecto, pretensiones de que el mensaje papal  enuncie: desde una teoría justificatoria de su reclamo hasta otra que piden exija su persecución como terroristas.

Pero casi nadie se ha expresado por tratar de entender cual ha sido la visión histórica de la Iglesia sobre el tema. Uno sobre el que tiene tanto una larga historia como una doctrina.

Al respecto, nos topamos con dos modelos clásicos cada vez que un Estado tuvo que vérselas con minorías.

Está el modelo inglés seguido por personajes como Lawrence de Arabia, basado en la manipulación de emplear minorías contra mayorías. Es el modelo actual que siguen los servicios de inteligencia, tanto locales como extranjeros.

El otro modelo es el aplicado por los jesuitas en la Conquista de América y de otros lugares lejanos. Este modelo fue encarnado, especialmente, por Francisco Javier, un jesuita español que misionó en Indonesia, China y Japón. También, por las misiones jesuíticas que se establecieron en los territorios coloniales españoles del noreste de la Argentina y en el sur de Paraguay y de Brasil.

Su receta era muy sencilla y es la que muestra la película La misión. Se basaba en el respeto y en el conocimiento de las culturas en las que les tocaba misionar. Al efecto, los jesuitas aprendían, primero, su lengua y su arte y a través de ellos, luego, les enseñaban el catecismo católico.

Los resultados de ambas escuelas están a la vista. Mientras Lawrence tuvo que contemplar en vida la traición de su país a las tribus árabes, las misiones jesuitas prosperaron en todo el mundo, no sin despertar el encono y la envidia de sus enemigos por la magnificencia de sus logros.

Volviendo a la visita papal, debemos empezar por reconocer que no es casual que el papa Francisco haya pertenecido a la ya mencionada Compañía de Jesus. Y que, justamente, su parroquia de origen en la Argentina haya estado dedicado, justamente, a San Francisco Javier.

Pese a todas estas coincidencias, el cardenal Jorge Bergoglio siempre sostuvo que la elección de su nombre no se basó en este santo jesuita, sino en su homónimo italiano, oriundo de Asís, que ha sido tomado como un ícono, no de la conquista cultural, sino de la tolerancia.

Todo ello nos pone en la visión correcta para tratar de comprender el posible mensaje de Francisco cuando hable, especialmente, en la localidad de Temuco, Chile.

Es justamente, el contexto de esta visión el que le pone límite al posible mensaje de Francisco. Uno que contendrá, seguramente, el eje horizontal de la integración cultural, pero uno que, también, comprenderá  al vertical de la Justicia.

En este sentido, es que no habrá un Francisco ‘à la carte’ que satisfaga a los oídos de los argentinos bienpensantes que pretenden ya sea la condena o la reivindicación del activismo mapuche. No puede haberlo.